En casa tenemos un pequeño caso de amor nocturno: Pipo, nuestro caniche, insiste cada noche en dormir en la cama, no a los pies, ni al lado… sino literalmente encima de la almohada, sobre mi cabeza. Si intento moverlo, se acomoda con más empeño todavía.
Y aunque pueda parecer una simple manía, este comportamiento tiene mucho que decir sobre el vínculo, la seguridad y los hábitos del descanso canino.
💗 ¿Por qué lo hace?
Los perros que buscan dormir junto a sus humanos —e incluso encima— suelen hacerlo por vínculo afectivo, necesidad de protección o ansiedad por separación. En la naturaleza, los cachorros duermen pegados a la madre o a sus hermanos, y esa sensación de contacto es sinónimo de calor, refugio y calma.
Pipo, como muchos perros pequeños e inteligentes, asocia el olor, la respiración y el latido del corazón humano con la seguridad. Dormir encima de la almohada no es casual: es el lugar que más huele a su persona favorita. Para él, ese sitio es “el centro del mundo”.
😴 ¿Está bien o mal dejarlo?
No hay una única respuesta.
- Si el descanso de todos es reparador, no hay ningún problema en compartir la cama.
- Pero si te despierta, te incomoda o interrumpe tu sueño (como a mí), es mejor establecer un límite claro y constante.
Lo importante es que la decisión sea coherente: si unas noches puede subir y otras no, se confundirá y el hábito se reforzará por ansiedad.
🐾 ¿Cómo ayudarle a dormir en su cunita?
- Haz que su cama sea irresistible. Coloca una manta tuya o una camiseta con tu olor.
- Llévalo a su cama con calma cada noche, usando siempre la misma palabra (“a dormir”, “a tu sitio”, etc.) y recompénsalo cuando se queda.
- Evita los castigos o los “no” bruscos. No entenderá el motivo del cambio y puede frustrarse.
- Sé constante durante al menos 2-3 semanas. Los perros aprenden por repetición y refuerzo positivo.
- Si muestra mucha ansiedad, coloca la cama junto a la tuya durante un tiempo, y luego ve alejándola poco a poco.
🌙 Dormir juntos: un debate abierto
Dormir con los perros no es una cuestión de “bien” o “mal”, sino de equilibrio. Algunos estudios señalan que compartir el sueño con ellos puede mejorar el bienestar emocional y reducir la ansiedad; otros advierten que puede afectar la calidad del descanso humano o generar dependencia.
Lo ideal es encontrar ese punto medio donde el perro se sienta acompañado, pero ambos descansen bien.
En mi caso, sigo en ese proceso con Pipo: entre su cariño, su almohada y mis ganas de dormir, cada noche es una pequeña negociación silenciosa. Pero así somos los que convivimos con animales: aprendemos de ellos tanto como ellos de nosotros.

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