Zoe es una gata negra de mirada profunda y andar pausado. Llegó sola, un día cualquiera, a la portada de casa, como si supiera que aquí la esperaban. Desde entonces ha vivido tranquila, observando el mundo con esa mezcla de misterio y serenidad que solo tienen los gatos mayores.
Hace un tiempo empezamos a notar que algo en ella cambiaba: dejó de acicalarse del todo. Primero fueron pequeñas zonas del cuerpo —el lomo, las patas traseras—, como si el gesto de lamerse requiriera un esfuerzo que ya no podía permitirse. Luego, tras la muerte de su hija Tao, ese abandono se hizo más visible. Su pelo, antes brillante, comenzó a formar mechones y pequeñas rastas que hablan de un cansancio más hondo que el físico.
En Zoe se cruzan dos silencios: el del cuerpo que envejece y el del alma que extraña. A veces, cuando un gato deja de acicalarse, nos está diciendo que algo duele o que algo le falta. Puede ser la artrosis o el duelo, el dolor de moverse o el dolor de la ausencia. Y en ambos casos, lo que necesita no es prisa, sino compañía.
Ahora la cepillamos despacio, la dejamos descansar en su rincón favorito y le hablamos bajito. Sabemos que el aseo no es solo limpieza: es una forma de afirmarse, de sentirse viva. Con cariño y tiempo, Zoe va recuperando algo de su gesto antiguo, como si recordara que aún puede cuidarse, aunque de otro modo.
En Patas Bien Cuidadas creemos que cada animal merece ser acompañado también en su vejez y en su duelo, con la misma ternura con la que un día los acogimos.
🩺 Qué debemos hacer cuando un gato deja de asearse
- Revisión veterinaria: descartar dolor articular, dental o enfermedad sistémica.
- Cepillado suave y regular: ayuda a mantener el pelaje sano y a evitar nudos.
- Ambiente tranquilo: rutinas estables, música suave, feromonas si hay ansiedad.
- Atención emocional: más caricias, juegos suaves y presencia.
- Control del dolor: el veterinario puede indicar analgésicos o suplementos articulares.
🌸 Reflexión final
El duelo no se mide en lágrimas, sino en silencios.
Zoe, con su pelo desordenado y su mirada serena, nos recuerda que también los animales mayores necesitan tiempo para volver a sentirse bien en su propio cuerpo.
Acompañarlos con respeto y ternura es otra forma de decirles: “estamos aquí, como siempre”.

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