A veces llega alguien y nos dice:
— No entiendo qué le pasa. Antes era un amor. Ahora gruñe, no quiere salir, o no soporta a otros perros. ¿Qué estoy haciendo mal?
La respuesta no siempre está en lo que hacemos mal, sino en lo que no estamos sabiendo leer.
Cambios de comportamiento: señales, no fallos
Cuando un perro cambia de comportamiento, no “se está volviendo malo”. Se está expresando. Un cambio repentino en su carácter, en su forma de jugar, en su tolerancia a personas o a otros perros, casi siempre indica que algo duele, incomoda o confunde.
No siempre es fácil de ver. A veces es sutil:
- Un perro que ya no quiere subir al coche.
- Otro que ahora elige estar solo cuando antes era un pegote.
- Uno que empieza a enseñar los dientes a su compañero de juegos.
🩺 ¿Qué puede haber detrás?
- Dolor físico (artrosis, hernias, otitis, problemas digestivos, etc.)
- Cambios hormonales, vejez o deterioro cognitivo
- Estrés acumulado (mudanzas, ausencias, cambios en la familia)
- Traumas recientes o antiguos que afloran
- Falta de descanso, exceso de estimulación o mala gestión emocional
¿Y si no es físico? El desgaste emocional en los perros
Sí, los perros también se agotan. Y cuando lo hacen, dejan de regularse bien. Dejan de confiar. Pierden margen de paciencia. Es entonces cuando un simple roce con otro perro se convierte en una pelea. O cuando un gesto humano se interpreta como amenaza.
💬 ¿Qué podemos hacer desde el respeto y la escucha?
- Observar sin juzgar. No es “un problema”, es una señal.
- Descartar dolor físico. Lo primero: veterinario.
- Consultar a un profesional del comportamiento canino.
- Reducir la exigencia. Más calma, más rutinas, más previsibilidad.
- Volver al vínculo. El perro que cambia necesita que estés, que mires, que entiendas. No que castigues.

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