Los paseos no son solo una oportunidad para que los perros hagan ejercicio y socialicen, son una necesidad vital para su bienestar físico y emocional. Muchos perros, desafortunadamente, pasan sus días atados en patios o fincas sin poder disfrutar de una caminata. Esta falta de estímulo y libertad puede tener consecuencias muy serias en su salud mental.
Es común ver perros desquiciados, ansiosos y desequilibrados, que nunca han experimentado la libertad de un paseo. Un ejemplo claro de esto es Capi, un perro macho que se encuentra cerca de mi casa, en un pueblo de Valdoviño. Capi vive dentro de una finca, y no recuerdo haberlo visto nunca dar un paseo. Sin embargo, su desesperación se hace evidente cada vez que salgo a pasear a mis perros. Capi, que no tiene la oportunidad de liberarse de su entorno cerrado, salta del muro para lanzarse contra los perros con los que se cruza, como si estuviera buscando una manera de escapar de su angustia. Su comportamiento agresivo y descontrolado es un claro reflejo de lo que significa vivir sin la posibilidad de explorar, de caminar, de sentirse parte del mundo.
Por otro lado, existe otro tipo de dueño: aquellos que, aunque liberan a sus perros para que salgan a pasear, lo hacen de manera irresponsable, dejando que se alejen sin supervisión, confiando en que “ya volverán solos”. Esta desatención provoca que los perros deambulen sin rumbo, con ansiedad, y, en muchos casos, se conviertan en perros ruidosos que ladran durante todo el día, buscando desesperadamente atención y compañía. El simple acto de caminar con un perro es una forma de conexión y responsabilidad, algo que estos perros nunca experimentan.
Es esencial comprender que el paseo no es un lujo ni una actividad opcional. Pasear es una forma de ofrecer a los perros lo que necesitan para ser felices y equilibrados. El paseo les permite descubrir nuevos olores, interactuar con otros perros y personas, liberar tensiones y, sobre todo, fortalecer el vínculo con su dueño. Los paseos son también momentos de educación y socialización, indispensables para que los perros puedan adaptarse a diferentes entornos y situaciones sin miedo o agresividad.
Mantener a un perro atado todo el tiempo, ya sea en una finca o en un pequeño espacio, es un crimen emocional. Los perros necesitan la libertad para explorar, correr, y sentirse parte de un mundo más grande. Negarles esta necesidad básica puede afectar profundamente su salud mental y su comportamiento. El maltrato no siempre es físico; la privación de sus necesidades emocionales y físicas es igualmente perjudicial.
Por eso, si tienes un perro, recuerda que tu responsabilidad no es solo alimentarlo y darle un techo. Tu responsabilidad también incluye su bienestar emocional, y eso pasa por darle los paseos que necesita. Un perro que pasea, que respira aire fresco, que se siente parte de su comunidad, es un perro feliz. Y un perro feliz es un perro equilibrado.

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